Un cambio que potencia tu vida
Introducción
¿Alguna vez te has encontrado haciendo algo sin lógica aparente, creyendo que así atraerás algo bueno o evitarás algo malo? Este fenómeno tiene un nombre: pensamiento mágico. Aunque parezca inofensivo, el pensamiento mágico puede influir más de lo que imaginamos en nuestra vida adulta y en nuestro bienestar emocional. Vamos a ver el camino que nos lleva del pensamiento mágico a la acción consciente.
Recuerdo, de niño, que creía que si caminaba por las baldosas sin pisar las cruces, un deseo que tenía se haría realidad. Este pensamiento no tenía base lógica, pero me llenaba de ilusión y esperanza. A medida que crecí, entendí que este tipo de pensamientos carecen de fundamento, aunque su función en nuestra vida emocional es compleja y difícil de erradicar.
En este artículo, exploraremos qué es el pensamiento mágico, cómo surge, y en qué medida influye en nuestra salud mental. También hablaremos de cómo podemos superarlo para optar por herramientas más realistas y efectivas para manejar la vida.
¿Qué es el Pensamiento Mágico?
¿De dónde surge el pensamiento mágico?
El pensamiento mágico tiene sus raíces en una etapa temprana del desarrollo infantil. Desde pequeños, tendemos a construir conexiones entre acciones y resultados, aunque estas relaciones carezcan de lógica. Este tipo de pensamiento es una forma de buscar control sobre el entorno, algo que resulta particularmente útil en momentos de vulnerabilidad o incertidumbre.
Para un niño, el mundo es vasto e impredecible, y el pensamiento mágico puede ofrecer un sentido de seguridad. La creencia en rituales o en relaciones causa-efecto sin lógica, como «si no piso las grietas en la acera, algo bueno ocurrirá», nos permite sentir que tenemos cierto control. Es una forma de calmar el miedo ante la incertidumbre.

El pensamiento mágico en la infancia: Mi experiencia personal
Recuerdo, como mencionaba antes, cómo de niño me creía que si evitaba pisar las cruces de las baldosas al caminar, mi deseo se haría realidad. Este es un ejemplo clásico de pensamiento mágico, donde atribuimos a nuestras acciones una relación con un evento futuro, sin que exista una conexión lógica.
A través de estos ejemplos de nuestra niñez, se puede ver cómo el pensamiento mágico cumple una función psicológica para nosotros: nos ayuda a gestionar la incertidumbre. Sin embargo, este tipo de pensamiento no siempre se queda en la infancia; muchos de nosotros llevamos estas creencias irracionales a la adultez, adaptándolas a situaciones de la vida cotidiana.
La Influencia del Pensamiento Mágico en el Bienestar Emocional
Pensamiento mágico en la adultez
A medida que crecemos, el pensamiento mágico se transforma y persiste en diversas formas. Los adultos suelen recurrir a rituales, amuletos o supersticiones para tratar de influir en el resultado de eventos que, en realidad, están fuera de su control. Esto puede ir desde cruzar los dedos en una entrevista de trabajo hasta creer que un objeto traerá suerte.
Este tipo de creencias pueden ofrecer una sensación de consuelo en situaciones de estrés, pero también limitan nuestra capacidad de enfrentar los problemas de manera realista. Al confiar en rituales o supersticiones, evitamos construir herramientas adaptativas basadas en hechos y en el desarrollo de habilidades personales.

Ejemplos comunes de pensamiento mágico en adultos
Algunos ejemplos del pensamiento mágico en la vida adulta son:
- El uso de amuletos: Muchos adultos creen que ciertos objetos, como piedras o talismanes, traen suerte o alejan el mal. Esta creencia puede derivar en una dependencia de estos objetos para enfrentar situaciones difíciles.
- Repetición de mantras sin acciones concretas: Si bien los mantras pueden servir para calmar la mente, esperar que un mantra por sí solo solucione los problemas o atraiga abundancia puede ser una forma de pensamiento mágico. Sin acciones concretas, los resultados no cambian.
- Evitar ciertas actividades o lugares: Algunas personas evitan tomar decisiones o ir a ciertos sitios por temor a que algo negativo ocurra. Este pensamiento es común en personas que sufren de ansiedad, ya que buscan evitar las situaciones que interpretan como “malas” sin una razón clara.
Este tipo de pensamientos, aunque aparentemente inofensivos, pueden desviar nuestra atención y energía de acciones realmente efectivas. Nos lleva a depender de factores externos, en lugar de fortalecer nuestra autoconfianza o enfrentar los retos desde la lógica y la experiencia.
Efectos del Pensamiento Mágico en el Bienestar Emocional
El pensamiento mágico puede ser una forma de evitar el dolor, el miedo y la incertidumbre. Sin embargo, en la vida adulta, esta mentalidad puede tener un costo. Depender de este tipo de pensamientos nos impide desarrollar estrategias más efectivas para afrontar la vida. Algunas consecuencias de depender de este tipo de creencias son:
- Falta de control real: Al confiar en factores externos para resolver problemas, olvidamos que tenemos el poder de actuar y cambiar las cosas. Esta falta de confianza en nuestras habilidades afecta nuestra autoestima y nuestro bienestar.
- Evitar el crecimiento personal: El pensamiento mágico puede impedir que enfrentemos problemas o situaciones de manera directa. Si creemos que la solución vendrá de un “golpe de suerte” o de un ritual, evitamos trabajar en el desarrollo de habilidades que realmente nos ayudarían a enfrentar la situación.
- Aumento de la ansiedad: La dependencia de factores externos puede aumentar el estrés, ya que no siempre tenemos control sobre lo que consideramos “suerte” o “mala suerte”. Esta incertidumbre puede ser fuente de ansiedad en momentos difíciles.

La superstición trae mala suerte
Raymond Smullyan
Cómo el pensamiento mágico limita nuestra resiliencia
La resiliencia es nuestra capacidad para adaptarnos a situaciones adversas y salir fortalecidos. Al recurrir al pensamiento mágico, evitamos desarrollar una resiliencia basada en la realidad y en nuestras habilidades. Las personas resilientes suelen tener una mentalidad más realista y están dispuestas a enfrentar los problemas con estrategias concretas. El pensamiento mágico, en cambio, refuerza una mentalidad de dependencia y resignación.
Cómo Liberarnos del Pensamiento Mágico
1. Cuestiona tus creencias
El primer paso es cuestionar nuestras creencias y analizar qué pensamientos o acciones son irracionales. Pregúntate: “¿Por qué creo que esto me traerá suerte? ¿Hay una razón lógica para pensar que funciona?” Al hacer esto, puedes empezar a identificar patrones de pensamiento que no tienen fundamento.
2. Desarrolla estrategias más adaptativas
En lugar de recurrir al pensamiento mágico, intenta desarrollar estrategias basadas en acciones concretas. Si deseas mejorar tu vida, establece metas alcanzables y trabaja en tus habilidades. La práctica, el esfuerzo y la toma de decisiones informadas son maneras reales de cambiar tu vida.
No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones
Stephen Covey

3. Aprende a tolerar la incertidumbre
Una de las razones por las cuales recurrimos al pensamiento mágico es nuestra dificultad para tolerar la incertidumbre. Aceptar que no podemos controlar todo es clave para reducir la dependencia de rituales y supersticiones. Practicar mindfulness puede ser de gran ayuda para aprender a vivir el presente y aceptar la incertidumbre.
4. Fortalece tu autoconfianza
Desarrollar confianza en tus habilidades y capacidades es esencial para reducir la necesidad de depender de factores externos. Trabaja en tu autoestima y recuerda que tú tienes el poder de enfrentar los desafíos sin recurrir al pensamiento mágico.
Conclusiones: Abandonar el Pensamiento Mágico para Vivir con Más Plenitud
El pensamiento mágico es una herramienta emocional que surge en la infancia para enfrentar el miedo a lo desconocido. Sin embargo, en la vida adulta, este tipo de pensamiento limita nuestra capacidad para enfrentar problemas de forma efectiva y nos hace depender de factores externos para sentirnos seguros.
Tomar conciencia de nuestras creencias irracionales y aprender a reemplazarlas por estrategias realistas es fundamental para nuestro bienestar. Abandonar el pensamiento mágico no significa dejar de soñar o perder la esperanza, sino desarrollar una mentalidad que permita enfrentar los retos con acciones reales y confianza en nuestras propias habilidades.
En lugar de depender de la suerte o de rituales, aprendamos a confiar en nosotros mismos y en nuestra capacidad de adaptación. La vida tiene desafíos, pero con herramientas adecuadas podemos enfrentarlos con más resiliencia y optimismo, logrando un bienestar basado en la realidad y en nuestras propias habilidades.
